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domingo, 18 de abril de 2010

INFANCIA CURIOSA

Foto: Banco de Imágenes Gratuitas
Debía tener tres años y medio cuándo nacieron mis hermanas gemelas Anita y Alita, eran como dos gotas de agua cristalinas idénticas, de tez blanca y con el cabello bueno - Se podría barajar - que quizás les nacería rubio o castaño claro como el plumaje de esos patitos salvajes al nacer; las recuerdo redonditas, pelonas y muy dormilonas pero cuándo se enfadaban lloraban una primero y la otra quizás por solidaridad le acompañaba en su desasosiego. A medida que iban creciendo –las niñas-mi curiosidad también iba en aumento. Yo, quería jugar con ellas y con mis muñecas preferidas pero,
al tener en aquél momento cuatro o cinco años de edad, las niñas me pesaban un montón como para llevarlas en mis brazos y andar, pero siempre existía la posibilidad de compartir con ellas algunos ratos en su cuna o sobre la cama gigantesca de mis padres donde para ese entonces cabíamos los cinco perfectamente y aún sobraba algo de espacio para el otro bebé que venía de camino. Anita y Alita, debían tener cerca de los ocho meses; ya tenían una delicada y lisa cabellera color oro. Cuándo una tarde de aquellas yo regresaba a casa del parvulario, corría desesperadamente a verlas…Pero siempre me detenían para quitarme el uniforme escolar y para lavarme las manos antes de tocarlas; esa detención a mitad de mi camino hacia su habitación me enfadaba un montón; pero a la final lograba soltarme y salir rápidamente a su encuentro en sus blanquísimas cunas de madera lacadas en blanco, -como ellas- blancas blanquísimas como la sal…como la nieve…como el azúcar, dulces y simpáticas, siempre atentas a nuestro anhelado encuentro vespertino los cinco días a la semana en los que yo me encontraba fuera de casa – en el colegio- hasta que volvíamos a ser, la hermana mayor con sus dos bebes y sus muñecas de la infancia, en compañía de sus padres y familiares más cercanos en una casa cualquiera de la ciudad de Maracaibo, siempre juntas e inseparables. Amigas y cómplices por mucho tiempo… Hasta que llegó el peor de los momentos: El tiempo temible de la adolescencia.


Autor: Andrea A.


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