Foto: Banco de Imágenes Gratuitas. Otra vez, se entristecen mis sentidos mas profundos, como aquellas almas desnudas, de seres que han marchado hacia la luz divina... mas allá, de donde alcanza la vista a ver; mas allá, del sabor dulce y fresco de las fresas, o el amargor del verde limón.
Lejos muy lejos, de aquel bullicio de un caminante, del ir y venir de los coches que se dirigen hacia la gran ciudad...
Sigo aquí, ávida por consumir sutilmente, la hiel amarga de sus sin sabores, adversos a mi propio bienestar emocional. Es completamente cierto... están allí, en busca del vaivén de mis palabras y deseos mas profundos.
El sol, ha salido ya, calienta mi piel y burbujea sobre mis sentidos, esa sed ardiente de entrega desmedida, por devorar cada espacio, cada rincón de su mente, trastocada y libre. Libre y soñadora... ¡Oh Dios, cuánto duele lo dejado!
Rabia, pena, melancolía por lo que fue y no pudo ser... por no haber estado atenta a tus señales. Cuan difícil es, recomponer las piezas desgastadas por el dolor, que inundan mis pupilas cuando no estoy a su lado.
¡Pasará ... seguro que pasará!
Igual, que aquel tren desbocado y sin control aparente, por donde quedaron ausentes y sin lágrimas, un sin fin de familias anónimas, esa mañana cualquiera del mes de marzo, hace ya algunos años atrás.
Quizás, para muchos; hoy solo nos queda el amargo recuerdo, de sus temblorosas miradas ... el desconcierto ajeno, a todo lo que precedía después. ¡Cuídalos!
Y, cuídame a mi también, de los arrebatos sin medida, de una mente trastocada y libre.
Autor: Andrea A.
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